domingo, julio 11, 2004

FRANELEROS, ¿SERVIDORES O AMENAZA?

HISTORIA ESPECIAL
 
Están presentas en casi todas las calles del centro de la ciudad, pasan largas horas «al cuidado» de los vehículos que se estacionan en los lugares que más gente atrae, ya sean restaurantes, centros de diversión u hoteles.
 
Son los «franeleros», personas que por unas monedas diarias –que algunos llevarán a sus familias, y otros gastarán en alcohol– ven transcurrir sus vidas sentados en unas cubetas o persiguiendo a los automovilistas que se les van sin darles «para el refresco».
 
Tan sólo en los camellones del Paseo del Malecón trabajan alrededor de 40 lavacoches, los cuales cobran 20 pesos por automóvil lavado; en un día regular llevan de 60 a 80 pesos a sus casas, teniendo un ingreso máximo de 150 pesos diarios durante Semana Santa, la temporada vacacional más alta en la zona conurbada.
 
Martín Ramírez Alvarado es lavacoches y cuidador de autos desde hace más de 10 años, y con lo que gana en el Paseo del Malecón mantiene a seis hijos; recordó que hace unos meses tuvieron un problema con el Ayuntamiento de Veracruz debido a que no permitían que los automovilistas se estacionaran en el camellón de esa avenida, lo que significaba una disminución en sus probables ingresos.
 
Jorge Rangel Domínguez, lavacoches con más de 20 años de laborar en el malecón, asegura que además de la limpieza que le hacen a los coches, también realizan un vigilancia «de a de veras», ya que ellos se encargan de evitar los robos, y presumió de que en sus años de trabajar en la zona, nunca se han llevado un solo automóvil. Rangel Domínguez, que mantiene tres hijos y a su esposa únicamente con este trabajo.
 
Otros «trabajadores de la franela» prefirieron no dar su nombre, afirmando que a pesar de no temerle o darle cuentas a nadie, «por si las dudas» no querían meterse en problemas; sin embargo, explicaron que en algunos sitios del centro de la ciudad a veces es una verdadera lucha el hacerse de un espacio para trabajar, ya que quienes se dedican a esto son muy territoriales.
 
Dentro de su trabajo también hay que usar la inventiva y la creatividad, como los que cubren los parabrisas de los automóviles con cartones, para evitar que la luz del sol sobrecaliente el interior y provoque molestias a los ocupantes cuando regresen por el vehículo. Incluso hay quienes utilizan binoculares, para vigilar con mayor detenimiento toda la calle que declararon como «suya».
 
Hay quienes niegan tener líderes o que se hayan apropiado de la calle con sus cubetas,. Afirman que únicamente están dando un servicio, con la finalidad de mantenerse ellos y sus familias. El juicio de si son útiles o un estorbo lo dejan a consideración de las personas que dejan sus coches en los lugares donde ellos desarrollan esta actividad, uno de los oficios surgidos ante las pocas oportunidades de empleo que la actual situación económica permite.