viernes, marzo 05, 2004

BIENVENIDOS

Este día estreno otro blog más, que espero sea tan útil para ustedes como interesante y placentero es para mí crearlo. Sean todos bienvenidos, espero sus comentarios al correo elneko73@yahoo.com.mx

PRIMER VIERNES DE MARZO EN CATEMACO

Misas, rituales y sincretismo

Mientras unos invocan a seres oscuros y hacen peticiones de ayuda a Satanás, otros suplican auxilio a la patrona de la parroquia local, la virgen de Nuestra Señora del Carmen: esa es la atmósfera que cientos de visitantes de toda la república mexicana –y algunos extranjeros– vivieron al acudir a la tradicional celebración de misas de magia negra y blanca del primer viernes de marzo, en la región de Catemaco, Veracruz, al sur del estado.

De acuerdo a estas creencias, este día es el momento idóneo para realizar limpias espirituales, curaciones de casas, negocios, bienes materiales, trabajos especiales, entre otros «trabajos» mágicos. La mayoría de los rituales tienen como sede a la naturaleza en pleno; los angostos y oscuros caminos entre la jungla, le otorgan un aire todavía más misterioso a la noche.

La Laguna de Catemaco es escenario de diversas facetas; en la zona de Espagoya, predominan los curanderos y su control sobre las plantas y sus derivados; en Nanciyaga, los chamanes son los principales oficiantes, quienes utilizan minerales para retirar la maldad de sus clientes.

Algo más «fuerte» sucede en las grutas enclavadas en lo profundo de la tierra, como en la llamada Cueva del Diablo, en el cerro del «Mono Blanco», reconocido por los habitantes de Catemaco como uno de los lugares de más concentración de «energías», y preferido por los brujos que van a recargas sus energías y pagar favores por medio de «misas negras»... satánicas, dicen.

Existe el otro extremo, el de los brujos blancos, los que utilizan sus artes para el bien, para ayudar, la mayoría de ellos como parte de un legado familiar. Los Gueixpal es una de las familias con más antigüedad y prestigio en este oficio, así como la que mayores contrastes genera en la opinión de la gente.

Pedro Gueixpal Cobix –quizá el representante de esta familia que más convocatoria mediática tiene–, encabeza cada primer viernes de marzo, en la ciudad de Catemaco, una ceremonia justo a la media noche, hora en la que «se abren las puertas del encanto, y en este momento es cuando nos despojamos de las malas energías que adquirimos de los hermanos que hemos curado y ayudado, esto lo realizamos, por medio de una Misa Negra, en donde le rendimos cuentas al «Señor del Encanto» y hacemos el compromiso de ayudar a otras personas en el año venidero» explica.

Por otro lado, Apolinar Gueixpal Seba –conocido como El Salto del Tigre–, señaló que la brujería ha sido parte de su familia desde hace seis generaciones; advirtió del riesgo que se corre de «perder la seriedad» de estos ritos, debido a la proliferación de charlatanes registrada en los últimos años; criticó a aquellos que «de la noche al amanecer» se proclaman como brujos, afirmó que estafan a la gente haciéndoles creer que los van a ayudar y sólo les quitan su dinero.

Rodeado de imágenes religiosas, veladores de colores y tamaños varios, un crucifijo que domina la habitación, y las paredes tapizadas de hollín y fotografías de clientes curados, Gueixpal Seba se quejó de que no haya una regulación por parte de las autoridades para controlar a los brujos fraudulentos; a pesar de ello, indicó que él está inscrito ante Hacienda Federal, bajo el régimen de curandero, y paga impuestos mensualmente.

Los creyentes llegan a la región de Los Tuxtlas desde cualquier parte del país, para encontrar solución a problemas que salen de toda lógica; Teófilo Ordóñez Zarza y su familia, provenientes de Villa Nicolás Romero, Estado de México, asistieron a su segunda visita con Apolinar Gueixpal Seba, para que les retirara un «trabajo» impartido –al parecer– por prestamistas que extorsionaban a su hijo Gustavo Ordóñez Jasso.

Padre e hijo se sometieron a limpias y consultas intensas para liberarlos de lo que el brujo sólo llamó «un trabajo», el cual le había trastornado por completo la vida a toda la familia, «mi hijo y yo teníamos fuertes dolores, a mí me tuvieron que internar de emergencia y me inyectaron en toda la cabeza porque me dijeron que padecía del sistema nervioso» relató Teófilo Ordóñez.

A pesar de asegurar que el acudir a Catemaco no era una medida de desesperación, el joven describió que su problema incluía padecimientos de salud indiagnosticables, pérdida de empleo de él y su esposa, y en lo general una casi bancarrota familiar. Después de esta segunda visita a Gueixpal Seba, los Ordóñez, padre e hijo, se mostraron confiados en que su futuro mejorará.

Es notorio que en Catemaco, estas costumbres encierran fervor y comercialismo por igual; alrededor de 20 personas montadas en motonetas sirven de guías–controlados por la regiduría del ramo– e indican a los fuereños los sitios de interés, tanto turísticos como esotéricos.

José Antonio Fonseca recuerda que fue lavacoches durante 10 años, hasta que hace seis fue reclutado por el Ayuntamiento de Catemaco para otorgar este servicio, para el cual, asevera, ha recibido capacitación de cómo atender a los turístas.

Como una muestra del sincretismo acostumbrado en México, entre lo pagano y lo católico, los mismos puestos que venden escapularios y crucifijos en los alrededores de la Parroquia de San Juan Bautista, también expenden amuletos «preparados» y figuras de la Santa Muerte.

Francisco Carrasco López, uno de los vendedores, comentó que el precio de los amuletos oscila entre los 20 y los 60 pesos, los cuales tienen que ser «curados» o «tratados» por chamanes, lo que ya tiene un costo de hasta 300 pesos.

Ya en el interior de la parroquia, los fieles cristianos ocupan menos espacios entre los asientos de la iglesia que en la fila de espera para subir al Santuario de Nuestra Señora del Carmen –en la parte posterior del templo–, ordenadamente suben por la escalera metálica roja que conduce al cilindro de cristal desde donde la estatuilla de la virgen los espera para escuchar sus ruegos, sus plegarias en busca de consuelo, de apoyo, de ayuda para aliviar los males que les aquejan.

En la entrada del atrio de la iglesia, una amable señora de edad avanzada ofrece los ramos que se consagrarán a Nuestra Señora del Carmen, mismo que sostiene contra el cristal de su «cápsula», después realizan un pequeño rezo, y posteriormente se pasan por el cuerpo –principalmente la cabeza y el corazón– el ramito ya bendito, se persignan con él, lo besan y lo depositan en un pequeño tambo metálico. Toda una limpia, pero dentro de un templo católico.

El titular de la Parroquia de San Juan Bautista, Tomás Alonso Martínez, mostró una actitud de tolerancia hacia la costumbre de la gente de Catemaco –y los turistas– de acudir ante los brujos, curanderos y chamanes, «es algo que ellos hacen y debemos respetarlos, nosotros hacemos nuestro mensaje de la palabra de Dios, si ellos quieren hacer otra cosa, es su responsabilidad» afirmó.

Sobre la mezcla entre limpias espirituales y rezos católicos que hace la gente ante la Señora del Carmen, el párroco lo justificó argumentando que esto es algo muy arraigado desde la época colonial, al ser una forma de unir las creencias prehispánicas con las europeas.